martes, 11 de mayo de 2010

POEMAS DE ANDRES ELOY BLANCO

Silencio

Cuando tú te quedes muda,
cuando yo me quede ciego,
nos quedarán las manos
y el silencio.

Cuando tú te pongas vieja,
cuando yo me ponga viejo,
nos quedarán los labios
y el silencio.

Cuando tú te quedes muerta,
cuando yo me quede muerto,
tendrán que enterrarnos juntos
y en silencio;

y cuando tú resucites,
cuando yo viva de nuevo,
nos volveremos a amar
en silencio;

y cuando todo se acabe
por siempre en el universo,
será un silencio de amor
el silencio.


Andrés Eloy Blanco (1896-1955).

Poeta, cuentista, dramaturgo, periodista, biógrafo, orador y ensayista venezolano. Destacó en la poesía con una luz muy especial, lejano a las concepciones de sus contemporáneos. Siempre atento a la voz de la gente, de la calle, que halló reflejo en su versos. En el cuento, especialmente en "La gloria de Mamporal", criticó las famas pueblerinas; como dramaturgo, se asomó en la mejor de sus piezas, "Abigail" (1942), a las lecciones bíblicas; como periodista fue uno de los más afamados columnistas de la prensa venezolana; como biógrafo, se ocupó del gran presidente de la República, José María Vargas, en "Vargas, albacea de la angustia" (1946); como ensayista político, se destacó especialmente en su "Navegación de altura" (1941).

Extraordinario orador político y literario, cautivó a las multitudes venezolanas de los años treinta y cuarenta. Y lo siguió haciendo hasta su muerte en el exilio. Su última intervención pública, a horas del deceso, fue un discurso, en el cual llamó a lo mejor del espíritu venezolano a seguir viviendo. Como poeta gozó con sus poemas de una popularidad que tal vez sólo tuvieron Abigail Lozano (1821-1866) durante el siglo XIX, Andrés Mata (1870-1931) a principios del presente, Aquiles Nazoa (1920-1976) a partir de los años cincuenta o Víctor Valera Mora (1935-1984) en los últimos tiempos. Pocos de los creadores con el verso han logrado tan alta estimación pública, cosa que se pone de manifiesto con los textos que él recogió en su libro "Poda". Su obra contiene un registro muy amplio: toca lo personal, como en "El alma inquieta"; lo geográfico y lo telúrico ("El río de las siete estrellas"); se hace eco de las tradiciones ("El limonero del Señor"); es juguetón ("El conejo blanco" o "El gato verde"); suyos son romances sobre tradiciones, como el de "La loca luz Caraballo"; la transida emoción filial le lleva a concebir el que muchos consideran su mejor poema: "A un año de tu luz" o dejar escrito el viril testamento en su "Canto a los hijos".

No hay comentarios:

Publicar un comentario